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Mostrando las entradas etiquetadas como Narrativa

UNA LÁGRIMA AHOGADA

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Juan Benavente / Lima, 1985 I Todos los días la misma rutina, acostumbrada a escuchar el reproche de Donato. Otra vez alardeando a Rosa y apurando a doña Jovita. - Aquí está má… esto también. Doña Jovita con las lágrimas disimuladas, callada y taciturna accedía todo lo que decía Rosa. Dejaba la casa con cuyos acelerados pasitos se alejaba, tal vez pensando que así era la vida y mas aun sujeta a la creencia de haber nacido sin estrella. Reflexionaba y no podía ser, por cuanto algunos años atrás no le faltaba nada y en su terruño tenía de todo por lo menos algo qué comer, un techito donde refugiarse, sus animalitos, en fin… Donato, le prometió en sus habladurías una parsimoniosa tranquilidad en la capital de la que tanto escuchó hablar. - Dicen que se va “comaire”. - Así es, mi hijo, marido de mi hija me va a llevar. - Ta bien pues…, no se olvide de nosotros nomás – Casi lagrimeando. - Pena me va dar cuando mañana esté subiendo al burro que le regalé ya a don Hipólito – mostrando profund

“ISÓSCELES”

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RAÚL GÁLVEZ CUÉLLAR Rindo homenaje a la extraordinaria Profesora italiana que tuve en Tacna, desde kindergarten; la Señorita Carmelina; simpática y exigente viejita, quien desde su escritorio nos pegaba con una larga rama curva para que aprendiéramos correctamente el Español. -“Alhaja”… -“Válvula”… -“Isósceles”… -“Asueto”… Las van escribiendo tres alumnos, en la pizarra compartida en tres espacios. Ninguno del trío debe ver cómo escriben sus compañeros de pizarra; es una práctica de ortografía, en la clase de Lenguaje del “chatito” Rodríguez. -… Atravesar… -…Susceptible…. -…Exorbitante…. El aula tenía sesenta estudiantes: había treinta pupitres bipersonales, formando tres columnas hasta el fondo, o sea diez muebles por columna; y el ejercicio había empezado con los de adelante: uno por columna de pupitres, resultando tres alumnos en pie. Quien escribiese mal la palabra que dictaba el profesor, pasaba a sentarse y era reemplazado por su compañero de asiento; y así iban saliendo al pizar

César Reyes Villanueva

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César Reyes Villanueva nació en la provincia de Cajatambo, historiador y escritor, autor de una  gama de cuentos y leyendas cajatambinas. Es consultor de historia, arte y cultura de las provincias de Oyón, Cajatambo y Huaura. Combina la literatura con su labor de guía turístico que tiene como centro de operaciones el Museo Histórico de Huaura. Una de las rutas que suele recorrer con los turistas de espíritu aventurero, es por el camino del Inca desde el distrito Ámbar a Cajatambo, cruzando la cordillera a pie. Escribe en dos blog virtuales de literatura e historia, Episodios y Museo de citas.  Es autor del libro Evocaciones y semblanzas. HISTORIAS DE CAMINOS por César Reyes Villanueva   César Reyes a 5 mil metros (der.).   En 1982, con ocasión de las fiestas patronales, al cumplir los veinte años, decidí volver a Cajatambo. Pero -a diferencia de cientos de mis paisanos- en lugar de comprar un pasaje decidí alistar mi caballo. Durante dos días (entre doce y ocho horas) cabalgu

LA PREGUNTA

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LA PREGUNTA Cuento de Carlos Bancayán ¡Eh, un instante, por favor, señor Mim! ha completado ya su prospección geo-magnética en este pequeño planeta? Sí, seguramente ya la terminaron, pues las cerradas escotillas de su nave me indican que se aprestan a partir, usted y los integrantes de su equipo de exploración espacial. Sin embargo, detenga el tiempo granular, usted que maneja la intemporalidad, y quédese sólo unos momentos más, pues deseo pedirle un favor. Ya sé que para ustedes los xnusianos, los humanos que poblamos este pequeño planeta somos seres tan... efímeros que prefieren ignoramos, pero sé también que vuestra cortesía es tan grande como vuestro saber, así que no desatenderá esta pequeña solicitud. Se trata de algo bien sencillo, por otro lado. !Ea, teletranspórtese conmigo, para observar solamente dos clases de seres humanos, y luego me da su opinión. ¡Vealo! Ahí está el primero. Gracias. Por supuesto, usted no ha necesitado que yo lo describa para ubicarlo,

EL VISITANTE

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Fue el mismo día en que llegué a Cajamarca, donde Francisco Pizarro ordenó ejecutar al último Monarca del Imperio de los Incas. Fui destacado a trabajar como telegrafista del Estado, a esa ciudad de añejas y amplias casonas, donde flota el misterio de tantos episodios entre los incas y la aventura de los españoles. Mucho había oído hablar de los muertos que resucitaban, y que en la soledad de las noches, acosaban a los campesinos. Había escuchado relatos sobre cadáveres salidos de sus tumbas; y que del subsuelo subían ruídos de cadenas hasta que la gente enloquecía de terror. Incrédulas sonrisas ensayaban mis labios cuando me contaban esas historias, que yo atribuía a la ignorancia y estupidez. En vano mis colegas se afanaban en narrarme, justo el día de mi llegada, tan insólitas experiencias y combates singulares entre seres de este mundo y del otro, puesto que nada me haría pensar que sería protagonista de tan extraños sucesos. II Era de noche y me encontraba solo en una inmensa casa

PASIÓN

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PASIÓN Cuento de Christopher Nole Panana El enamoramiento desenfrenado los consumía rápidamente. “Te amo”, le susurró el cerdo. “Yo también te amo”; le respondió ella, la japonesa. Ambos hablaban la complicada lengua de los cerdos. Sus besos, apestosos para otros, eran un remedio, un consuelo y una vinculación afectiva para estos dos. “Siempre quise conocerte. Cuando era puerquito, hablaban los tíos sobre el Japón, y sus grandes tesoros. Quise ser un Shogún, luego un emperador, y al final, un ciudadano japonés” “Yo siempre quise ser cerda. Estudié por eso el intrincado idioma de la especie porcina. Y envidié la ociosidad con la que se embarran en su porquería. Amo a los cerdos porque ellos aman sin condicionamientos. Algún día nos casaremos” El cerdo, emocionado la besó en la boca, en la cara. “Mi familia ya sabe sobre ti. Ellos quieren conocerte. Les he narrado lo hermosa, amable, y divertida que eres”, decía el puerco. “Pero tu familia sabe que soy peruano”. La japonesa puso cara de

SILENCIO

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SILENCIO No hay nada más puro que el silencio. Mi cuerpo, mi mente y mi alma gritan en silencio. Gritan al no hallarse comprendidas, gritan de dolor, pena, angustia, ira y temor. Esa melodiosa voz que endulza mis oídos, tan fina, tan bella, tan amada, se convierte de pronto en estruendo que retumba dentro de mi ser y me aniquila. Esa voz tormentosa que arrastra y hace naufragar un barco lleno de ilusiones hasta la orilla del mar. Pero el silencio sigue siendo puro y transparente. Mi voz enmudecida llega a los oídos de los confines del mundo con tanta claridad y firmeza. Mi silencio dice mucho, no es sumisión, ni carece de perfil bajo, no es derrota ni aceptación. Significa entonces paz, belleza y triunfo. Aquella voz iracunda aprenderá lo bueno y lo bello del silencio, aceptará su derrota unida a la terrible humillación que sufrirá. Un áurea radiante aplacará la oscuridad de tan temible voz. En la profundidad de mi alma, mi corazón entristece, pues aun no logra entender esta angustiosa

El Río-niño

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Cuento de José Pablo Quevedo Regresó un día el Río-niño a su aldea con el rostro más adulto. Como sus hermanos -los otros ríos-, también se fue a la mar, pero ellos no regresarían jamás, porque la mar los envolvió con sus remolinos y se los llevó con ella. En cambio, el Río-niño sabía contar historias, y supo de otras miles que había conocido en su camino, y él las fue develando a los hombres de las aldeas. Por eso, cuando llegó al fin de su curso, lo que el niño-río le contó a la mar, le gustó tanto, que ella le perdonó de perecer en sus remolinos, y antes bien, dejó que el sol lo convirtiera en una nube. ¡Hecho nube y hecho agua de lluvia, regresarás a tu pueblo, y servirás a los cientos de aldeas, les darás de beber de tus aguas limpias, les entregarás los mejores peces, y harás siempre germinar a la tierra llenándola de frutos que saciarán a todos! Le aseguró la mar, pero también le advirtió: ¡Nunca debeís permitir que algunos otros hombres contaminen tus aguas o que se parcelen lo

Lo malo atrae, pero lo bueno perdura

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De León Tolstoi (novelista ruso) Hace mucho tiempo vivía un hombre bondadoso. Él tenía bienes en abundancia y muchos esclavos que le servían. Y ellos se enorgullecían de su amo diciendo: "No hay mejor amo que el nuestro bajo el sol. Él nos alimenta y nos viste, nos da trabajo según nuestras fuerzas. Él no obra con malicia y nunca nos dice una palabra dura. Él no es como otros amos, quienes tratan a sus esclavos peor que al ganado: los castigan si se lo merecen o no, y nunca les dan una palabra amigable. Él desea nuestro bien y nos habla amablemente. No podríamos desear una mejor vida." De esta manera los esclavos elogiaban a su amo, y el Diablo, sabiendo esto, estaba disgustado de que los esclavos vivieran en tanta armonía con su amo. El Diablo se apoderó de uno de ello, un esclavo llamado Aleb, y le ordenó que sedujera a sus compañeros. Un día, cuando todos estaban sentados juntos descansando y conversando de la bondad de su amo, Aleb levantó la voz y dijo: "Es inútil

La literatura infantil a través de la visión de Anatole France

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A propósito del Encuentro Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en Ayacucho. Octubre, 2009 Por: Samuel Cavero© ¿Quién no se ha apasionado con las obras de aventuras de Julio Verne y Salgari? Cuando recuerdo Cuentos de Grimm, Corazón o Robinsón Crusoe, a veces me pongo a re-pensar en este “libro ideal que todos hemos entrevisto en nuestra infancia, y que se nos ha revelado en la mañana de la vida, como mariposa azul del colegio por la frente azul de la ilusión: el libro del cuento mágico, del verso de la luz, de la pintura maravillosa de la deleitable música; el libro bello, en suma, sin otra utilidad que su belleza”. (1) Como decía Machado, este es un interesante camino, camino que se hace al andar en el campo de la literatura infantil, un reto sin duda mayor. Perrault, todo un clásico de esta literatura, dejo hace muchos años atrás toda ocupación “seria” para dedicarse a escribir cuentos para niños. Y es que siguiendo las huellas de escritores como Perrault y Mark Twain

El barquito perdido (relato teatral según un poema de César Vallejo)

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José Pablo Quevedo Personajes: César Vallejo 3 niños Pescador Antenor Orrego Periodista Vallejo ante el mar, dos niños jugando ante una orilla, ruidos de olas Niño 1 : Ya podemos echarlo a navegar. Niño 2: Todavía no, en la revista que ví el barquito tenía velas muy bonitas, todas de colores. Se lo veía bien bacán. Niño 1: Los trapos que me dará mi tía le servirán como velas. Niño 2: ¿Trapos? Eso, malogrará su aspecto. Niño 3: Tal vez, no necesitemos de velas, lo tiramos al agua, así nomás. Niño 1 : Con velas o sin velas lo tiramos, y si no lo hacemos navegar, pues nos pondremos a caminar de manos sobre la arena. Niño 2: Ese juego a mí me gusta. Pero probemos primero en lanzar al barquito, sino resulta, juguemos a quién llega primero con las manos a la meta o apostaremos a hacer ñocos con las bolitas de vidrios. Vallejo: (Interrumpiendo) Perdón.Yo tengo esta corbata de colores que ya no me gusta, ustedes la pueden utilizar para las velas de vuestro barquito. Seguro que los colores le q