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Mostrando entradas de junio, 2008

MORDECAYAO

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MORDECAYAO Juan Benavente /Lima, 1988 I Abruptamente se levantó el joven contador y exclamó: - ¡Escuche don Tomás! – Dobló la página del periódico e irguiéndose para estar más cómodo, empezó a leer en voz alta el titular de la noticia. “Por irregularidades es destituido Gerente de Mordecayao” – Fijó la mirada en el rostro del administrador que al escuchar con atención, poco a poco se le ensanchó la sonrisa a la vez que tomaba el diario para terminar de leer aquella oportuna noticia. - Entonces ahora sí nos darán el cheque. ¿No es así? - ¡Claro! – Exclamó el contador – además escobita nueva barre mejor. No va a ser como ese sinvergüenza que insinuaba “alguito”. Buena gracia, por qué pues. Nuestro trabajo es nuestro trabajo ¿No es cierto señor Torres? - Así es–. Confirmó el administrador e inmediatamente sugirió reiniciar la gestión para el cobro del cheque que ascendía a un millón quinientos mil intis, por concepto de servicio técnico de mantenimiento y reparación de algunas máquinas. -

LA ÚLTIMA CITA

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Cuentos de Juan Benavente LA ÚLTIMA CITA Luego de apelar espontáneamente a los servicios higiénicos de una agencia que encontró en su camino, Julio salía satisfecho, cuando justo al cruzar el umbral de la puerta metálica ve pasar a una joven señora que apresurada iba al mostrador. A pesar del tiempo transcurrido la reconoció, en definitiva, el armonioso movimiento de su cuerpo la delató. Finalmente decidió ir tras ella aun sin saber cuál sería su reacción al verlo después de siete largos años. - Así como le digo señora, hubo un pequeño percance y la unidad que va al norte debe pasar en treinta minutos, le pido comprensión. - Está bien. – Se resignó. – Esperaré entonces. Dio media vuelta para ir a sentarse en una de las pocas sillas desocupadas, cuando tropezó con Julio a quien miró un poco contrariada, no lo reconoció, claro cómo lo iba hacer si ahora tenía un acento más formal, usaba anteojos y exuberante bigote. - Buenas, Corina. La inconfundible voz rompió su fugaz parálisis y casi

FUE EN ABRIL

FUE EN ABRIL Christopher Nole Panana Fue en abril, cuando me corté las uñas de las manos y me salió sangre de los dedos. Me lavé los dedos con abundante agua y luego me di cuenta que ya no tenía uñas. Un momento después mis ojos caían y rodaban por el lavadero. Ciego y asustado, busqué una toalla. Me golpeé con la puerta y caí al suelo. Rogué a Dios. Ya en Junio, el hospital me dio de alta. Me habían puesto ojos de vidrio y mis manos... bueno, nunca toqué el violín tan bien desde ese entonces. La otra vez me lavé la cara y perdí las cejas y los labios. Tengo miedo de lavarme los dientes, o, aún peor, de bañarme. He engordado hartos kilos y mi piel sufre lesiones todos los días. El único placer del que gozo es la radio, que regala suaves pasiones a mis orejas de hule. Ya que esta enfermedad vino tan rápido supongo que se irá de esa forma tan misteriosa. Solo lamento que conmigo nadie quiera jugar de visita a las cartas.

LEYENDA EL TORO HUANCO

LEYENDA EL TORO HUANCO Rodolfo Gallegos Estupiñán Hace muchos años se oyó la leyenda (Toro huanco), dignos pueblos de ayer escribieron sus historias costumbristas, sus creencias del bien y el mal, la manera como imponían su voluntad en fuerza y su ley. La creación popular en cuentos y canciones, profundos mensajes de los pueblos, que sólo conocemos al leer su producción o ver la oposición al orden injusto que avasalla con su cultra extravagante y elitista, escribieron la leyenda Toro huanco. Mito que se produce en la cercanía de la irrigación de “Santa Rosa”, la ruta es ingresando por la Panamericana norte-río seco, con dirección a la hacienda Andahuasi, dos cerros se ubican formando una garganta y es conocida cono El ahorcao. El mito del Toro huanco se desarrolla en este espeluznante lugar, a las doce de la noche muchas personas veían a un toro negro, y su cuerpo iluminado brillante como un carbón ardiente despedía un color a azufre, sus ojos eran grandes como dos faros que iluminaba