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Mostrando entradas de enero, 2008

CHALAQUITO, UN NIÑO ESPECIAL

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CHALAQUITO, UN NIÑO ESPECIAL Rodolfo Gallegos Estupiñán Allá por el año de 1936, había un niño que caminaba sin zapatos por las calles polvorientas del antiguo barrio de Canta Lachay, hoy calle José Crespo en el distrito de Hualmay; este muchacho al que nos referimos, era huérfano, tenía por nombre Iván y por esa época contaba con sólo nueve años de edad. Por la falta de sus padres, vivía con unos parientes quienes lo atendían como a un hijo más, brindándole cariño y cuidados. Iván en agradecimiento les ayudaba en la pequeña chacra, que sembraban para mantener el hogar. Encontrándose Iván en sus faenas diarias, laborioso y responsable como siempre, oyó un ruido que jamás sus oídos habían escuchado. Se asustó y estuvo a punto de huir, pero fue más la fuerza de la curiosidad que mueve el inmenso mundo de la imaginación de los niños, y fue al encuentro de tal descomunal ruido. Quedó paralizado, confundido, sus ojos no daban crédito a tan horripilante visión, tres inmensos animales con fue

Reencuentro consigo mismo

Reencuentro consigo mismo Gambini Vega, Ronal En un jardín alejado de la población, se podía contemplar la parcela más perfecta; en ella había las flores más hermosas y desconocidas y muchísimos árboles con frutos de inigualable sabor; era el centro favorito de recreación de todos los niños que vivían en la cercanía. Años atrás, una planta muy rara empezó a crecer cubierto de espinas, aun cuando era pequeño, de casualidad los niños se hincaban con sus aguijones, llorando empezaban a destrozar su tan delicado tallo, y así fue pasando el tiempo, y como hierva mala supo vencer esa adversidad que cada año se repetía. Cuando creció a una altura igual a la de los demás árboles, nadie le tomaba importancia, nadie se percataba de su existencia, se sentía muy triste al ver que los niños jugaban en los demás árboles, cogían su fruto y muchas cosas más. Esto encendía en él, una nostalgia interminable porque él estaba cubierto de espinas hasta las raíces y ni siquiera tenía fruto, se sentía realme