El barquito perdido (relato teatral según un poema de César Vallejo)

José Pablo Quevedo
Personajes:

César Vallejo
3 niños
Pescador
Antenor Orrego
Periodista

cesar vallejoVallejo ante el mar, dos niños jugando ante una orilla, ruidos de olas

Niño 1 : Ya podemos echarlo a navegar.

Niño 2: Todavía no, en la revista que ví el barquito tenía velas muy bonitas, todas de colores. Se lo veía bien bacán.

Niño 1: Los trapos que me dará mi tía le servirán como velas.

Niño 2: ¿Trapos? Eso, malogrará su aspecto.

Niño 3: Tal vez, no necesitemos de velas, lo tiramos al agua, así nomás.

Niño 1 : Con velas o sin velas lo tiramos, y si no lo hacemos navegar, pues nos pondremos a caminar de manos sobre la arena.

Niño 2: Ese juego a mí me gusta. Pero probemos primero en lanzar al barquito, sino resulta, juguemos a quién llega primero con las manos a la meta o apostaremos a hacer ñocos con las bolitas de vidrios.

Vallejo: (Interrumpiendo) Perdón.Yo tengo esta corbata de colores que ya no me gusta, ustedes la pueden utilizar para las velas de vuestro barquito. Seguro que los colores le quedarán muy bien. Solamente se necesita unas tijeras y agujas para cocerlas a los palos.
Si el juego resulta y el viento ayuda, ustedes podrán entretenerse de lo lindo este día. ¿Qué me dicen?

Niño 2 : Si usted ofrece la corbata para el barquito, yo estoy de acuerdo, y yo puedo ir a traer la tijera, el hilo y la aguja. Eso está bien amigos, lo que el señor nos ofrece, no debemos decirle que no.

Niño 1: Nosotros te acompañamos Juan, mientras el señor cuida nuestro barquito. ¿Verdad, que sí, usted lo cuidará?

Vallejo: Pierdan cuidado, que sentado los estaré esperándo sobre esta barcaza. Vayan, pero no demoren, ni me hagan esperar tanto.

Vallejo escarbando en la arena con una pequeña pala, algunos pescadores, gritos de gaviotas

Vallejo: Levantaré esta capa de la orilla para ver que tiene la arena adentro. ¡Nada, nada! Parece que verdaderamente el barquito se ha esfumado. Pero aquí, bajo estas capas de las arenas, hay otras cosas, y ellas son como costras que atentan a otros recuerdos míos. Pero yo tengo que hallar ese barquito, no se vayan a indisponer los niños si les digo que no está. Ellos me harán preguntas, insistirán, no creerán en mis palabras, me dirán, cómo se puede perderse un barquito si lo dejaron a mi lado, me dirán que hay adultos irresponsable, que prometen lo que no cumplen. Tal vez pondrán las caras tristes, llorarán, se volverán oscuros de pena. Y yo, ¿qué haré?

Pero, tal vez, fue todo un sueño lo que pasó con esos niños, tal vez son mis alusinaciones creadas por mi propio cerebro, y tanto tiempo en una cárcel peruana, algo que me sale como un concho en esos días de prisión, en Santiago de Chuco. Pero y mi corbata de colores, ¿por qué no la tengo?, también fue un sueño el que se la llevó y que ahora pretendo no saber que estuvo anudada a mi camisa blanca, aquella almidonada de historias. Esa corbata que me la regaló mi hermano, y hoy puesta por la mañana, después de afeitarme, y ella coloreaba este traje gris que llevo... Pero el barquito ya no la tengo. Debo convencerme que cuando me quedé dormido el barquito desapareció, las aguas se la llevaron o se hundió en la arena. ¿Y, si los niños se lo llevaron? ¿Porqué no me lo dijeron? No querían despertarme, yo les había hecho un bien en regalarles mi corbata y el barquito se veía tan bonito con sus velas de colores, y ellos lo miraban y les gustaba y cada uno quería tenerlo, y se fueron un momento a esa laguna, y las velas le dieron brillo e impulso. Creo, que así sucedió. Ellos se lo llevaron, no quisieron despertarme. Y, si no fue así, ¿qué entonces?

Pescador: ¿Qué busca en la arena buen hombre?

Vallejo: Un barquito que me dejaron unos niños. Aquí estuvo, aquí se perdió, o tal vez el viento de la tarde lo enterró, yo pestañe un momento, y no sé cuánto tiempo pasó, y el barquito, ya no está.

Pescador: Si ha caído y se hundido en la arena será difícil hallarlo. Las olas del mar deben de haberlo enterrado muy profundamente. Aquí los alisios, por las tardes, son muy fuertes, ahuyan y garguean como penas, y se llevan a la mar lo que está sobre la arena. Aquí el viento silba y peina las cosas por las noches.

Vallejo: Eso fue por la mañana, cuando los niños me lo entregaron para cuidarlo, dijeron que se iban a jugar a caminar con las manos, que iban a competir, que no demoraban. El barquito no era tan pequeño ni tan grande, pero era muy bonito hecho de madera blanca y con velas de colores. Yo lo ví navegar cuando los niños lo echaron a jugar por esos lagos donde las aguas del mar se hallan estancadas, y ellas corren por entre los juncos y las totoras. Los niños fueron buenos conmigo, y me dijeron que también tenían ganas de ir a sacar muymuyes, ellos querían ligarlos a sus anzuelos, pescar un momento. Ellos todavía no han regresado y yo me preocupo, pués cuando ellos regresen, ¿qué les diré sobre el barquito que se ha perdido?

Pescador: ¿Tal vez ellos se lo llevaron?

Vallejo: Ellos me hubieran despertado, no creo que hayan procedido como fantasmas. Las aguas parecen que se lo han llevado, pues aquí. hasta mojaron la barca.

Pescador: Eso será, tal vez ellos lo llevaron, o la resaca se lo llevó.

Vallejo: Ya lo busqué también en esa parte de orilla, y por eso nuevamente vine aquí. Y cómo lo siento, y si ellos vienen no podré devolvérselos. Ya le repito señor, tan sólo fue un momento, el haber pestañeado. Y no saber cómo pasó o si eso paso verdaderamente. Yo no sé. Pero al no verlo corrí, y corrí para buscarlo, y después se me vino la idea de la pala.

Pescador: Le ayudaré a buscarlo, yo iré por la orilla contraria. Tal vez, el agua se lo llevó y lo haya varado por otra parte.

Vallejo: Por favor, si usted lo encuentra, avíseme buen hombre, yo esperaré a los niños y seguiré escarbando en la arena.


Antenor llegando

Antenor: Me dijeron que te encontraría en la playa, que deseabas llenar de aire fresco tus pulmones, y cómo te encuentro, casi buceándo en la arena, haciéndole huecos por todos lados.
Qué debo de pensar sobre lo que estás haciendo. ¿Estás, ahora, llenando de nuevas fantasías tu imaginación?

Vallejo: Aunque te paresca mentira, busco un barquito que me fue dado a cuidar. La arena o el agua, o uno de los dos, tal parece, se lo ha tragado.

Antenor: A ti te sorprende siempre lo más inesperado y tú también nos sorprendes con cosas increíbles. Sin duda, sabemos, que estamos ante un creador, ante un innovador, ante un dialectico regresivo, ante un modernista, y estas en el más allá del más allá y en lo que todavía no halla otra dimensión. Tus poemas son y seguirán siendo de vanguardia, mientras no se supere la subseción histórica de esa clase que la integra en un polo y solamente sirve para la desdicha humana, y que es el gozo de los pocos, ellos serán regresivos con su costra dura sobre la historia, sino se la desmonta.

Vallejo: Antenor tu siempre con superlativos, y yo solamente me mantengo en la piel de este tiempo, pues el bisturí para ingresar a la epidermis de este tiempo necesita ser una hoja cortante que rasgue capa por capa a la historia de lo que somos, en lo complejo y lo diferenciado, pues un tiempo compara a otro tiempo, y todos ellos, en sucesión, te explicaran con tantas y tantas palabras lo que los une y nos diferencia.
Cada tiempo, amigo mío, necesita de un nuevo instrumentario para medirse asímismo, y yo desde cuando estuve en la cárcel salí con un nuevo libro hecho con ese bisturí, que es mi pluma, mi sangre y son mis ideas, y que es lo que viene y lo que va hacia nuestro pueblo. Por eso, cuando salí de la cárcel quise venir a este mar de Huanchaco. Aquí me traen mis recuerdos, las caídas del sol, las arenas, el muelle, los pescadores con sus caballitos de mar, los cerros curvos y puntiagudos como botellas, las estrellas, y la gente en su rumor como en cada cuadro de la vida cotidiana. Todos esos elementos germinantes, vivos, son lo que hacen mi poesía entre dos polos o balanzas que tienen una desigual contienda, y ellos mismos se acercan y se alejan con sus bemoles.

Aquí el tiempo sigue siendo el maestro de todos, el maestro que con sus ojos ve las diferencias en cada escuela y de cada interés humano. Y en mí, se reproducen en lo que yo concibo en sus extremos y en sus medios, en los clarososcuros, y como la ola, que es el verbo que se hace y se deshace y que se construye y se desconstruye... Y yo busco en la arena, y navego en su profundidad para sacar todas las raíces, y hasta sacar las piedras para elevarlas en el ire. Si Antenor, al aire me hace bien, y peina nuestras sienes, amigo mío.

Antenor: ¿Es entonces, el segundo libro?

Vallejo: Lo tengo conmigo. Aquí en mi pecho, bajo mi saco, en mi bolsillo, en el costillar que me impulsa, que me levanta, que está cerca a mi corazón. Yo lo he oreado en el mar este día, y hasta he regalado mi corbata de colores que me dio mi hermano Miguel, y he saltado con mi alegría. ¡Vé las huellas Antenor que están regadas por las arenas, cuando mi capa va conmigo y se adelgaza brilla mi perfil ante las aguas!

Antenor: Tu debes ser un héroe. Escribir un libro, allí en la cárcel. Sólo los héroes salen de ellas, o se pudren allí. Pero tú le ganaste hasta a la mentira inventada por los inventores. Los escribidores, y los fariseos tendrán que rumiar ante tu grandeza.

Vallejo: ¡No, no! Ser héroe no es mi papel. Esa idea la detesto. El texto es mi alma, el verbo, la pluma. El héroe se sitúa en otra perpectiva de la historia. Yo no soy el héroe, soy el poeta, un testigo, un escritor que ve lo que pasa en este tiempo por las orejas sordas de este burro que es mi Perú.

Antenor: Los sé, es algo que me hablaste, antes de que te llevaran a la cárcel. Tenemos los mismos sueños que mueven el corazón y anidan en el cerebro. Lo malo es que predicamos en un desierto...

Vallejo: Yo deseo ir donde quiero que me oigan, o donde solamente alguien me escuche, el caso de mi prisión no está definitivamente cerrado, ellos buscarán otras razones para detenerme. En el fondo todavía soy un perseguido.¡Volverrrr... a la cárcel o irme al exilio! ¡La cárcel me hará una sombra, y ella es la antípoda a la claridad, Antenor!

El pescador interumpiendo

Pescador: Señor, no está por ninguna orilla el barquito, y yo he peinado todas. Parece que los vientos lo han llevado mar adentro. Intenté buscarlo con uno de estos caballitos de totora pero el mar parece está que se pone bravo.

Vallejo: Si no lo consigue pescador, ya les compraré otro barquito a esos niños. No quiero quedar mal con ellos.

Pescador. Los niños juegan en otra playa. Corretean a los cangrejos, se suben a las lomas de arena y están felices. Apuestan a jugar a dos manos.

Vallejo: Si los vuelve a ver, le dice, que aquí los espero, con o sin el barquito.

Antenor: ¿Te irás, te quedarás? ¿Qué planes tienes?

Vallejo: A Ulises, no le apretaban los oídos para escuchar tantos cantos de sirenas. El podía controlar la marcha del barco a pesar de las tormentas. El exilio no lo admiro, pero, por lo menos se puede prevenir lo que me espera. Hay Itacas en donde uno puede anclar una nave.
El irse y venir de uno a otro lado logra la memoria permanente. Y yo edifico una memoria como la ola en su eterno devenir. Para eso está escrito en este libro. Y ninguna palabra va a perecer frente al poder de un tanque, o de la violencia desenfrenada de un bárbaro, esta vez este libro formará una conciencia. Un continente lo llevo en mi capa, y mis quijadas estarán en el combate hasta en la hora de mi muerte.

Un periodista llegando

Periodista: Esta orilla es muy grande, y yo tengo que cubrir la información en la página cultural de fin de semana. Una foto para presentar su rostro, ella sería necesaria para nuestros lectores. Le quería preguntar, ya que usted no está entre rejas, y ahora goza de libertad, qué tiempo vivió en la cárcel. ¿El tiempo de la duda? ¿Ese tiempo del yo no sé, ese yo existencial que aparece en su primer poemario?

Vallejo: Ya que usted conoce lo que es el arte, le digo, el tiempo que existe es el del no yo. En ese tiempo existimos muchos hombres.Yo vivo, yo muero, hablo y formo parte. Vea esa arena que se construye infinita. Ella se reparte en sus granos. Yo, allí, veo venir e irse mi existencia, ese es el acontecimiento. Usted ve que los teatros del mundo se llenan en donde las horas corren para devorar sus principios. Aquí nacemos, nos vamos. Nadan, corren o vuelan los seres. Pero los hay quienes solamente construyen artifificios y en eso empeñan su tiempo. Mi empeño no es sobre la duda, pero tal vez, si.

Periodista: ¿Y qué hace usted, aquí? El teatro está en la ciudad. Allí, otros han hablado de sus fantasías y han llenado los teatros. Sale la luna ,se da la luz, y ya no hay tentativas, las sillas antes vacías se llenan de cuerpos, todos comentan, todos escuchan.

Vallejo: Dice bien. Ellos, otros. Yo voy de aquí y de allá, en donde las sillas ocupan los espacios del alma. El alma hay que llenar en estos días pero no de detritus. Cuántas vidas es la Vida... La vida al nacer...Y lo que nos cuesta el nacer... Y yo paseo de manos, ¡cierto! Busco un barquito que he perdido en todas estas arenas. Mientras mis sentidos se expanden sobre otras geografías, respiro, clamo, grito, estoy en silencio pero mi quijada se mueve, y mis manos aprietan mi calavera, mis manos calzan mis pies. Y mi yo, y mi todo, me dice que curso sobre un río, un río regresivo. ¡Volverrrr otro, entonces!

Periodista: Hay algunos que dicen: Abre los ojos, deja la rebelión de tu alma, no luches con lo imposible, el mundo es el mismo, la vida tiene el mismo curso.

Vallejo: El mundo no solamente gira, sino los hombres lo hacemos girar cuando vemos a través de nosotros mismos y de los otros. Y hay que ponerse vertical o horizontal frente al universo para ver como la yerba crece en su silencio hasta la luna. No tendremos las suficientes vidas para vivir es lo que se dice, pero todo es un instante, un parpadeo de ojos y todo puede cambiar cuando con nuestros ojos vemos mejor los caminos. Entonces podemos anticiparnos y esos caminos los vemos diferentes.

Antenor y Vallejo

Vallejo: Por lo menos, el viento nos peina las sienes, nos hace sentir nuestros labios, nuestros huesos, nuestros poros y nuestra frente. Ninguna alma se sacia de tanto horizonte, de tanto sueño velero y qué paz ante lo que tobillan los sentidos. Mi barquito amado, si lo recupero, niños del mundo se los entregaré como era antes, ingenuo e ingenioso, musical y valiente. Tal vez, a el le falta una ribera a donde llegar y por eso se ha perdido.

Antenor: Si todos tus deseos pudieran caber en toda la respiración del día, ¡Vallejo, hermano! ¡Pero no! Violencia en las calles, en los mercados, y en las puertas y en los candados, como tú nos hablas.

Vallejo: y para qué hablar de Picasso y de Goya si un hombre anda con un palo en las manos, y los soldados acusan las medallas que no son ganadas a precio justo sino con el de la muerte. Acaso, hay que dar razón a quien por tener una pistola desenfundada nos amenaza, o él que amenaza hasta maltrata la hormiga que no nos hace nada.
No he respirado de ese aire hediondo. Lo he resistido desde todos los frentes. El futuro es avisor y no se encierra como una sombra esperando a la muerte... El se verifica constante en cada época, como sueño que ha sido alcanzado por otros sueños diarios, de la lucha de cada día y de lo que hemos aprendido y multiplicado. Allí donde iré, iré para que me oigan.

Antenor: La cárcel y la muerte. El exilio o la nube. La gota que amenaza ser amargura.

Vallejo: En Aristófanes el héreo va directo hacia la muerte. Lo fatal acude en todas sus palabras. Mi exilio, lo ves, Antenor, está en el codo de esa orilla. Yo he levantado la arena y no he hallado a mi barquito tan querido. Lo último que regalé fue mi corbata, y Miguel, mi hermano se sentirá orgulloso. Miguel que quedará con mi madre y mi padre. Las horas corren a devorar sus propios principios, no se sumergen, ni se apagan, se sujetan a su reloj, a el lo alcanzarán con zancos y sin dar zancadillas. Yo estaré siempre delante de ellas. El ojo del reloj parece que vive en el iris de nuestro ojo. El hombre que nació desnudo es un accidente de Dios. Yo nací, un día que Dios estuvo enfermo, y que lo constaten estos húmeros que llevo conmigo y este traje prestado, y estas dientes que se sostienen en mis quijadas duras y este peinado que es rebelde ante el aire.

Antenor: ¿Estas fatigado? Te llevaré a casa.

Vallejo: Sin el barquito no podemos irnos, no podemos abandonar a lo que los niños me han dejado cuidando y yo he perdido, lo he perdido. Ya vendrán ellos, y les diré que pestañe y que cuando desperté el barquito ya no estaba, que supongo que una ola lo hundió en la arena, y que a pesar que introdusco mis manos en ella, no lo saco. Allí sobre la piel de ella están las conchitas y los erizos que he dejado.

El pescador viniendo nuevamente

Pescador: Buenas noticias señor. Los hijos de unos amigos pescadores lo han encontrado, el barquito estaba en una parte del mar, las olas se lo llevaban y ellos lo vieron y lo subieron a un bote, cuando los vi, ellos estaban jugando con él en el mar abierto.

Vallejo: ¿Me lo devolverán?

Pescador: Ellos me prometieron que solamente iban a jugar otro momento. Ellos saben, que el barquito pertenece a otros niños, y que usted lo estaba cuidando.

Vallejo: Les prometo leer una historia, cuando ellos vengan. Paco Yunque, se llama mi cuento. Pero que digo, la realidad es mi Perú, que me sale como espuma de la boca.

Pescador: Por ahora, ya no puedo perder mi tiempo, voy a ver si los peces ya picaron en mis anzuelos. Iré para ver que esos niños se lo traigan.

El pescador llegando con los niños

Pescador: El barquito estaba sobre los lomos de un cerrito de arena. Los otros niños, allí lo dejaron. El viento se lo quería llevar parece a una nube. Pero rápido lo sujetamos y lo traímos.

Niño 1 : Tiene unas velas de colores, y qué bonito que ha quedado!

Niño 2: Cuándo juguemos con sus velas apostaremos cual es el mejor con el viento.

Niño 1: Ah, y si pudieramos jugar por mucho tiempo con usted señor.

Vallejo: Imposible, ya es tarde ¿No van para casa?

Niño 1 : ¡Todavía no!

Vallejo: ¿Qué esperan?

Niño 2: Esperamos a que suba la marea, queremos verlo subir a las aguas, lo perseguiremos con un bote.

Niño 1 : Le veo pensativo señor. Y no le hemos preguntado, ¿por qué está usted, aquí?

Vallejo: He venido a refrescarme con el aire del mar. He dormido poco, desde hace meses duermo poco. Es que tengo que hacer un gran viaje fuera de aquí, y tal vez no sé si regrese nuevamente a estas playas, y ahora ellas, me dan un regocijo y una alegría.

Niño 1: Mi barquito se lo regalo a usted. Lléveselo!

Vellejo: ¡No! El barquito se queda contigo, no quiero que se pierda. En mi memoria me lo llevaré como un cuadro, no deseo que se pierda nuevamente.

Niño 1: Pero no estaba perdido señor, lo tenían otros niños que lo deseaban tener cuando lo vieron sobre la barcaza. Ellos se lo querían prestar, pero como lo vieron de pie, casi dormido, no lo hicieron, y lo tomaron, así nomás. Nos dijeron que lo soltaron en las aguas y lo siguieron con sus botes y que las velas de colores les había gustado.

Vallejo: El cansancio y el sueño me hicieron creer que había perdido el barquito, y yo cuánto lo he buscado, hasta mi parpadear fue a los horizontes lejanos y lo anudó, tal vez, a una nube.

Niño 2: No pasó nada, señor, estamos entre amigos, y si usted ha soñado, eso ya no importa, un sueño es un sueño, pero el barquito está con nosotros.

En camino a casa: Vallejo y Antenor

Antenor: Antes de tu prisión hubo un bautizo de bayonetas. Hubo órdenes de no dejar a vivo a ninguno de los sublevados. Toda una masacre. La orden vino del mismo Presidente. No hubo perdón, ni bastó el arrepentimiento de los reos, ni que ellos imploraran y que se pusieran de rodillas y que juraran por la madre de Dios que ellos no tenían la culpa. Las metrallas de los marinos ahogaron las voces de equellos rapsodas. El napaln y el fósforo quemó los cuerpo y los huesos de esos muertos en los cuartos de la cárcel. Cruces , tumbas para subversivos es el lema del verdugo, y por eso, los cuerpos desaparezcan lo más antes posible, antes que sean llevados a fosas clandestinas.
Los oficiales cantaban victorias, mientras los gritos de espanto de los fusilados rebotaban contra las paredes.

Vallejo: Ya me fue contado: La gente aún sigue suplicando por sus muertos, ellos perdidos en los rezos de las Marías que se van, y sus seres amados, con el corazón lleno de espadas.

Antenor: Huesos calcinados, cruces, tumbas. El presidente es el verdugo, y seguro que en esta hora estará afilando una nueva navaja. ¡Manuel, Pedro de la Cruz, Juan Arroyo !Cuánta espuma le estará saliendo al mar por la boca para cargar su propia furia!

Vallejo: Pero nosotros no abonaremos la espera, yo me iré pero regresaré con mi pluma, y seguiré con ustedes aunque me vaya a otras tierras. La piedra que andará por los horizontes traerá la resaca de la espuma para no fatigarse, para no perderse en el tiempo de vacilaciones, en el hacer de los muchisímos quehaceres por el Perú nuestro.

FIN

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