Alberto Cabrera Herrera


Conocidísimo notario y conocidísimo poeta de nuestra ciudad.

Nació un 18 de mayo de 1929 en la cálida ciudad de Tarapoto, departamento de San Martín. Abogado y notario público, fue profesor en la universidad de Huacho José F. Sánchez Carrión con más de 40 años de residencia en Huacho donde ha desarrollado una vida cultural activa, es fundador de la institución cultural INSULA Huacho. Es autor de los libros “Polemicuentos” en 1972, “La problemática de los derechos humanos y los caminos de la justicia” en 1981, “Compendio de derecho comercial” en 1983, “Manual del empresario” en 1995, entre otros, aparte de diversos artículos literarios.

DESPEDIDA

Alberto Cabrera Herrera

Me voy.
Es increíble haberte amado en vano.
Lo de hoy
No tiene explicación.
Has golpeado
lo bueno que había guardado de ti
y has derramado
ceniza sobre fuego que encendí.
Llevo esta rosa que he salvado
con que ayer vine a ti
y que hoy has dejado
muy próxima a morir;
debo alentar sus pétalos ajados
con la gota silente y desabrida
de la herida infeliz que has hecho en mi.
Acaso aliviaré mi corazón.
Adiós!
En el mar
echa la suerte
de lo que pudo ser.
Yo sembraré otras rosas
y curaré mi mal.
Y salvaré también
lo bueno que creí encontrar en ti.
Tal vez otra ocasión
vuelva a oír el canto de tu voz
restañando este error
o
también es posible
qué en la muerte del amor
que de ti
nazca otra rosa en ti,
entristecida como en mí.


NIHILISMO

Permanece el día
Con su gris tonada,
En la tarde agranda
La melancolía.

Tiende mesa el alma;
La lámpara enciende,
Busca libro y lee
La aventura humana.

Apaga faroles
La noche, se duerme
La tarde ya inerme
Con sus sinsabores.

El ángel del orbe
Sube al escabel
Sus arias enormes
Desnudan la piel.

ALAS PERENNES

Déjenme las alas,
para navegar;
para hacer las velas
de la nave inmensa
de mi soledad.

Yo he llevado a cuestas
el soñar de mi ave
por los
cielos limpios de mi intimidad.

Si la muerte viene
lleve para su era
la semilla vieja
de mi cuerpo gris.

Yo quiero mis alas
para navegar,
para hacer las jarcias
de la nave inmensa
de inmortalidad.


MADRE

Clamo porque te necesito,
Si estuvieras
te entregara mi lágrima
y tú sabrías
en cóndor convertirla o verla en lirio.
El ángel plateado de tus sienes
el bíblico cordero de tus ojos
o la lírica rosa de tus labios
sabrían consolarme;
o mi desdicha
buscaría la fuente de tus manos;
para
tu buen abrazo
habría
risa
y con tu voz un canto escucharía.
Por eso, por eso,
tal vez tú me necesites
y, a veces, ya yo sienta que me marcho.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Adiós amigo Alberto cabrera‏

Cuando un amigo se va
Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río. Cuando un amigo se va una estrella se ha perdido la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido. Cuando un amigo se va se detienen los caminos se empieza a revelar el duende manso del vino. Cuando un amigo se va galopando su destino empieza el alma a vibrar, porque se llena de frío. Cuando un amigo se va queda un terreno baldío que quiere el tiempo llenar con las piedras del hastío. Cuando un amigo se va se queda un árbol caído que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido. Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.

El autor de esta hermosa composición es Alberto Cortéz, compositor argentino y uno de los más destacados autores contemporáneos, que posee una belleza poética excepcional. Esta bellisima y sentimental composición “Cuando un amigo se va”, junto con “Alfonsina y el mar” y “Gracias a la vida”, fue considerada según encuesta de un periódico de Chile como una de las tres mejores canciones en castellano del siglo XX. (2000). Adiós amigo Alberto, siempre te recordaré como el buen amigo que fuiste.

José Jorge Nava Pittaluga
jorge ha dicho que…
Hay momentos en la vida que se tiene que hacer un alto en el diario trajinar.

Y hoy es obligatorio.

Me enteré recién del compromiso que acaba de asumir nuestro hermano Alberto, cuando marchábamos buscando la justicia del pueblo.

Ahora educarás en tu próxima estancia a quienes asumieron el reto de servir.
Se siente una ausencia en el alma.
Se siente la gratitud a quien en la distancia supo aconsejar y ser ejemplo de humildad soberana.

Alberto, caro amigo
Espéranos, aún debemos cumplir nuestra tarea terrena.

Separa el espacio de aquella gaviota solitaria que en lontananza se funde en el cenit, para volver inmortal.

No es necesario despedirnos...simplemente, elevamos nuestra plegaria para que en el firmamento nuestro divino hacedor muestre su benevolencia por este necesario paréntesis de Vida.

Jorge G. Galindo Mestanza

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