GENARO LEDESMA IZQUIETA

Poeta, prolífico autor de novelas y crónicas, luchador social, ex-congresista, fundador y Presidente del FOCEP (Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular), es natural de Cajabamba, bella tierra de valle cálido y campiña fértil, pródiga en árboles frutales. Ejerce su profesión de abogado. Ha publicado varios libros de Poesía: "He de Extraerte la Ausencia", "Dialéctica de los Zorzales", "Poética de la Política", "Soy el que levanta la Insignia de tu Sombra", etc.
Ha publicado entre otras novelas "Las Pulgas del Juicio Final", "Dos mil años de viaje del Señor de Sipán" (novela premiada), "El Cajamarquino feo y la preciosa Cusqueña", "Almita de César Vallejo, Ayúdame", "Chumbeque", "Cordillera del Cóndor", “El parto de Gloriabamba” etc. Es asimismo destacado Cuentista: "La Culebra y otros Cuentos", "Cuentos de Carne y Hueso", “La conquista del Ibero – Suyo”, entre muchos otros.

Genaro Ledesma es el creador de la Ley del Poeta Peruano, y Asesor Legal de la Casa del Poeta Peruano, ha concurrido a innumerables Congresos nacionales y del exterior, Líder honesto y comprometido con su obra al desarrollo político del país, fue Miembro de la Asamblea Constituyente que elaborara la Constitución del 79. En noviembre visitó nuestra ciudad participando en el Coloquio Literario "Ciudad de Huacho", invitado por la Sociedad de Poetas y Narradores de la Región Lima, que preside el poeta Julio Solórzano Murga.


REDOBLE DE TAMBORES PARA DIONISIO MANCO

I
¡Qué hace Maestro, parado en la llegada!
el carro para Cajabamba no saldrá;
murió la carretera, viudo el puente
acuesta su cadáver igualmente,
sobre el río.
Alguien muy grande ha muerto hoy día;
alguien cuyo esquema
era de sustancias y de niños.
Van de luto los cuadernos, a pie
por la avenida;
en las aulas tórnanse
banderas negras las pizarras;
vez primera que hay declive en
las cristinas;
apáganse las tizas como dedos
de silencio.
¡Ha muerto Dionisio!, por eso
fuga de los patios por cuatro
heridas, la alegría.
Ha caído asimismo
a pedazos el alfabeto, ¡Ay
su grito de libros que se cierra!
pero tú, eterno y noble, que
no estás notificado de estar muerto
prosigues la humanística tarea;
esperas te traslade un carro y te
deje en la puerta misma de la gloria.
Yo te digo maestro,
descansa bastante
has dado tu alma hoy día.
De Trujillo te hablo donde
habían despedidas con aurícula;
equipabas mucha luz y tenía que
ayudarte.
Siendo como antes, en que bajo
el rótulo de las distancias
peso en mi angustia tu equipaje,
ya no viajarás; te quedas,
acudo, pues, a recibirte con
un lienzo de aurículas para tu sueño.
El que ahora viaja soy yo;
mientras ande irás en mi hombro
por estancias que serán de pura gratitud.
No habrá polvo de camino en tu zapato
sino polen fragancioso y fresco.
Hermosa y dulce fue tu siembra.
Así será tu cosecha que
habrás de dirigir desde mis hombros.
Por donde antes íbamos, son hoy
las blancas carreteras,
corren por allí tus alegrías;
nadie viene en contra ni vendrá
te son exclusivas en premio
a tu asombrosa humanidad.
Voy también por ellas,
recogiendo el vértigo de tu palabra; cojo la
flor sagrada para hincarla
delante de tu nicho.
¿No es el más amplio pupitre
de notas?
¿Me aprobarás el amor redactado
en pétalos?
¿Me dejarás que llore sobre tus manos?
¡Oh maestro, que sonríes inmortal!
y a salvo de todos mis borrones

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