Augusto Escalante Apaestegui
Augusto Escalante Apaestegui es natural de la ciudad de Ica, nacido en el año 1946, y residente en esta ciudad huachana donde labora como docente en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión.
Integra activamente la Asociación Cultural INSULA Huacho.
Ha publicado entre otros, los siguientes libros:
Retazos de viento, Voces y cantos, Estacional matinal, Luis Pardo para llevarte siempre, Tributo de fe, Para mamita.
Integra activamente la Asociación Cultural INSULA Huacho.
Ha publicado entre otros, los siguientes libros:
Retazos de viento, Voces y cantos, Estacional matinal, Luis Pardo para llevarte siempre, Tributo de fe, Para mamita.
A Huacho, con gratitud
Huacho,
cuánto demoraron mis pasos
su llegada al territorio del vuelo,
a la urdimbre del follaje
y sus frutales crepitaciones,
a la humilde extensión del fogón
y sus leños de ternura.
Mientras el mar acunaba
los litorales de la esperanza y la alegría,
yo andaba disfrutando del relámpago,
del aroma de la lluvia,
del incendio de retamas
orillando los caminos de los hombres
que tienen a la tierra como credo.
Ya te conocía,
como conocen los luceros
las nervaduras de la noche,
los primeros destellos del rocío,
el rubor de tus doncellas
en sus primeros devaneos.
Ya te conocía
en la dimensión del grito libertario,
en laborales y patrióticas jornadas.
Ya sabía de tus cuchimilcos
y textiles florescencias,
digitadas en los surcos de la historia
para los herederos de tu sangre,
del sol y la hermosura.
Ya sabía de las pipas de roble
añejando la memoria de las frutas,
soliviantando los patios y ramadas
en fiestas sazonadas de amor fraterno.
Ya sabía de tus zahoríes
en rituales de incienso, cirios
y la ruda bienhechora,
expulsadora de malos augurios.
Y llegué hasta aquí,
Huacho -enhebrada de arena,
mar y cantos vegetales-
tus linderos de salobres
y aéreos pavimentos,
y supe de tus mejillas violentadas
por pétalos marítimos.
Y conocí tus caminos
vertebrando el futuro
en frentes resoladas de esperanzas.
He recorrido tus vientos
desde tiempos en que las flores
maduraban sus botones.
He disfrutado la palabra y el afecto
de tus hombres probos.
He usufructuado del alba
en mis viajes cotidianos
sobre la geografía de la noche.
He, en fin,
confiscado para mi propio beneficio
tus crepúsculos, tus amaneceres,
los colores del turtupilín,
el aroma de las lúcumas,
el vuelo de gaviotas,
el sonido de las olas y el parpadeo
de los peces bajo el agua.
Huacho,
el del corazón abierto al peregrino,
el de la fe compartida en el camino;
por todo lo recibido
en aguinaldos izados de banderas,
alzo mi copa colmada de esperanzas
y comprometo para ti,
el trazo firme de mi pluma
y el libre sonido de mi canto.
TIEMPO TATUADO
Al hombre tatuado huachano
Del agua al agua,
de la tierra a la tierra,
del aire al aire,
del alba al territorio del crepúsculo,
de la lluvia al estallido del relámpago,
de la raíz a la floración de los luceros,
de los marítimos estambres
a la vena subterránea del mediodía,
al larval nido del hombre milenario.
Aquí, entre Amay y las aguas del Pacífico,
estableció Huacho su morada
en rituales de agua, arcilla
y vientos festivos;
selló su credo autónomo
y genio creativo,
en el secreto rumor del caracol
bajo la tierra;
tiempo acumulado que emerge
como eterna crisálida de arena.
¡Alto! ¡Atrás!, saqueadores del alba,
profanadores de Cerro Colorado
y su férrea memoria indoblegada,
Dejad tranquilo al parpadeo milenario
que buriló los signos de la vida
sobre cotidianos cántaros de dicha, .
sobre los mates de la ofrenda,
sobre la urdimbre de textiles turbulencias;
sobre el metal, sobre el hueso,
sobre la piel labrada del tiempo
que diseñó memorias corporales,
que estableció la jerarquía del riego,
que grabó la legible partitura
en epidérmicos y aéreos espasmos
de marítimos galopes y felinos sobresaltos.
Cómo en vertical caída
el pájaro piquero grabó sobre tu cuerpo
el leguaje del misterio;
iconografía de la dicha y la ternura;
símbolos tatuados en azules vegetales,
vocabulario del signo geométrico y vital.
Pez y trazo, círculo y trazo,
pelícano y trazo, triángulo y trazo,
felino y trazo, cuadrado y trazo,
y
siguiendo el derrotero de los pájaros
y la luz de los relámpagos,
retorna mi palabra al nido inicial
de los crustáceos y moluscos,
a la germinación del vuelo,
a la lectura de tu cuerpo silabario,
a la estructura victoriosa de la lluvia.
Huacho, noviembre de 1998
TE SIGNARON COMO FLOR
A Flor de María Drago Persivale
Como el aroma después de la lluvia
que suelto viene galopando
en los corceles del viento,
llega tu recuerdo de poeta y de maestra
atrapado en los jazmines eternos
que tú amaste hasta el delirio.
Tu vena genovesa y distante
se fue haciendo heredad perpetua
en los dominios de quebrollos.
de lúcumos, de nísperos,
del turtupilín que enarboló
el cielo de tus primeras luces.
A ti se signaron como flor,
porque en tu nombre cabían
desde los humildes geranios hogareños
hasta las sensibles rosas en botón;
te entregaron a María lnmaculada
en nombre del amor,
que anidó su primavera de esmeralda
en tu corazón de alondra.
Poco a poco te fuiste haciendo
aroma de los cañaverales,
surco redentor de labradores,
agua vital de la ternura,
fogón y leño de los pobres,
el derrotero de la tiza pertinaz
en su blancura de azahares
y trazos magistrales.
Cuánto amor hubo en tu palabra
hecho destello polvoriento
en calles humedecidas de contento;
cómo se hizo agua cantarina
el genuino amanecer sonoro de tu voz
en humildes gargantas de salchicheras,
tamaleras, alfalferas, lecheras, pescadoras
y toda la simetría popular de las raíces
de este Huacho mítico, marítimo y frutal;
hecho cáliz colmado de vino y de rocío;
de dioses inventados por la ternura.
Porque tú amaste a esta tierra
en su espíritu de lecho y de cobija,
en su esencia de pan, vasija y nido;
porque eres aún la mano tendida a la alegría,
el verso descalzo que vive todavía.
Huacho, marzo de 1997
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