Amor amarillo - Cuento de Carmen Amaralis
Amor amarillo ( amigos les comparto un relato verídico de mis años en Japón) Qué importaba si tenía los ojos más o menos oblicuos. Yo no notaba diferencias, ni entendía su rechazo. - Doctora, no puedo, no, es coreano. Mi padre jamás lo permitiría. Y yo que siempre pensé que el prejuicio era de blanco a negro, no podía entender que existiera prejuicio de amarillo a amarillo. Y comencé a mirar con más detenimiento, y a preguntar, y hablar, aunque en la mayoría de los casos no me respondieran. Un sirviente no le habla al amo. Un sirviente no mira a los ojos de su señor. Bueno, en mi caso a una señora. Imagino que para ellos, los coreanos, acostumbrados a que los señores eran siempre hombres, les costaba entender qué hacer con una señora encargada, científica. Era la primera vez que se topaban con esa situación. Yo era la única mujer entre setecientos científicos en el Instituto de Química Física de Tokio (Rikagaku Kenkiusho). Coreanos limpiaban baños, coreanos recogían la basura de los la