Antonio Ros Soler - Poesías

EN HOMENAJE A ENRIQUE MORENTE COTELO,
CANTAOR DE JONDO Y POETA…

 …Y a su Guitarra.
Por un momento ambos se fueron,  y no quedó más que el silencio.

¡Ay, Enrique!... Farruquito, Morente,
como tú, la matemática entra así en el poema.
Te escribo enjaulado en el huero palomar
de tu guitarra –cavernáculo sin tu alma-
encordada a seis barrotes vibrantes
con toda tu luz de nácar y tu voz de hierro,
encendida por los Pepes Marchena y Valderrama.

Cuando lo hago, mis golondrinas
que son tus sienes, rememoran muchas cosas:
leen el viento mecido de tus canciones;
miran y observan, olisquean, perciben
y atan palabras con metáforas y notas,
enlazando un vuelo de emociones
al clamor de Federico García Lorca.

Bodoque e imaginaria de la palabra, tierna
y desgarrada, tu voz terrosa y trianera
al aire endurecida por el Gallango,
humedecen las cóncavas tierras
de tu Albaicín, siempre: de tu Graná
de la caja, la castañuela, del zapateo;
del tablao y de la danza…
Y de las palmás del fandango.

Lugar de oteo, tu cante hondo,
catapulta del grito amargo y fortaleza
gitana rebelde, del jornalero baluarte y lanza,
dibujarán estelas isósceles de tu vuelo,
alzando más mis ojos que tus cejas,
y un horizonte que no cejará de agitar
mis velas, nuestro rumbo y tu desvelo.



Como los trovadores, seguirás cantando
en un rasgar solidario de herrero,
el acorde necesario para musitar poemas
rudamente hilados en tus palmas,
trenzados en el diapasón de tus dedos
hasta el vivo flujo de mis venas,
sobre los campos ciertos.



Antonio Ros Soler.


MIGUEL HERNÁNDEZ.


En memoria del poeta del pueblo: I Centenario del oriolano (10/10/1910).

De la tierra,
tu raíz materia,
fuerza en haz de mil retamas;
desde tus ojos altivos
de luz de amapolas hortelanas,
trenzaste una lucha errante,
sincera y nuestra como la grama.

Del agua,
tu mirada preclara,
tus pasos decididos alzando una atalaya
sobre los hostiles campos y las brañas,
reducidos de viñedos y cebadas;
frente al ultraje a la enseña tricolor,
herida de muerte, asesinada.

Del viento,
tu lealtad indeleble y tu entereza,
pastoreando un huracán de poesía;
junto a la cepa erguida y al rudo olivo,
aventando valor y un bancal de maestría,
contra aquella asonada de fascistas
y su criminal estilo.

Del cielo, Miguel,
nunca te hizo falta nada,
pese a aquella cruz que segara tu grandeza
de solidaridad humana y hortelana.

Todo nos lo dio tu amor a la tierra,
al agua, al viento, al hombre: yunque del verso;
hoz de la palabra, pluma y fusil
en las trincheras republicanas.

Antonio Ros Soler.

ATÓNITOS TODOS


(1999).- A: AMINATOU HAIDAR, dejando clara la dignidad de su lucha y la del pueblo saharaui.

El atónito ojo contempla sin un parpadeo:
ya no hay lágrimas para tanta ceguera...

Un hombre asemeja a otro hombre
que a otro asemeja, que pasan
se rozan y entre ellos tropiezan;
no se ven, no se oyen, no saben entenderse.

El zig-zag de los pasos traza líneas sin rumbo
cada uno abrazado a su sin par problema,
que es el mismo de todos, el mismo de siempre
y por todos se ignora y nadie lo enseña...

En el cutre salón donde sólo hay “espejos”,
el atónito ojo contempla sin ningún parpadeo
-atónito él, atónito yo, atónitos todos- ...

¡No, ni una lágrima más ante tanta ceguera!


LOS SILENCIOS

El silencio es una mujer
desnuda y ausente,
un vestido colgado
en la percha ahorcado,
un hueco frío en la
desierta almohada.

El silencio es una antigua
amante desvaída,
espejismo presente
en un espejo glauco;
besos sin bocas
perdiéndose en el aire...
Los silencios son una opaca
caja de cristal,

una boca de vidrio
en el espacio,
un espejo sin reflejos
de existencia.

... Una transparencia
de los sentidos.


Antonio Ros Soler.

Fuente: http://poetap.org


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