MADRE QUERIDA

En el Día de la Madre, el poeta deja brotar los versos más dulces, más tiernos que encierra su corazón. Nuestras Felicidades a todas las mamis del Perú y del mundo que mañana están en su Día. para todas ellas estos versos..



MADRE QUERIDA

Madre querida
perdóname, si te hice sufrir
y padecer en la vida,
cuando rodaban tus lágrimas
por tus mejillas
que te dejaban herida
el alma y la vida.
No quiero que sufras más madre mía
por culpa mía,
y que sea culpable
de tus amarguras y melancolías,
y si algo le pido a Dios en la vida

es que te tenga junto a mí, viva
y no me dejes sólo
sin tu amor.
Cuando desde niño lo sentía,
como una madre que a su hijo,
con el alma y la vida quería,
cuando te desvelabas, sin quedarte
ni sobre una enorme piedra dormida,
con tu manto blanco
de seda o negra
sin que no sintieras
la más honda pena
porque el amor te cubría y no moría
ni entre la muerte y la vida.
¡Oh! Madre querida

Autor: Juan Panana Contreras



¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!


A mi madre que, desde las alturas, sonríe a su cholito.

A todas la madres de mi Sierra, que reverdecen los cerros.
De mi Selva, que van de la mano con el Amazonas.
De mi Costa, dando la hora con fosfórico fuego del mar.

A todas la madres de mi barrio, que mayos atrás
salieron envueltas al mundo, con cuidados y Amor.

A todas las abuelitas, que también son dos o tres veces madres.
O debería crearse o fundarse un Día de la Abuela
y Día de la Suegra! Que también son angelicales madres
de nuestra "madrecita".

Feliz Día de la Madre, también a las embarazadas
que ya traen del cielo a su hijo, bajando como astronauta,
listo, para aterrizar en este planeta llamado Tierra.
(Aunque no hubiera sido ilógico llamarlo : planeta Guerra).

Un planeta, madre y padre.
Un planeta, de todos y de nadie.


Víctor Castro Achuy






 MAMÁ  CELIA 


                  En este amanecer con sol de Mayo,
en mi caminar yo te miro, mamá Celia.
Ahí, pasas por quebradas, ahí, sonríes
                             llegando al pueblo
y te miro llenando las mañanas de mi Ande,
trasladando fruta comprada por cerros de frutos.

                             Te miro
caminando risueña, tierna, con gritos de alegría
besando mis pequeñas plazas, llenas de chiquillos,
y te miro
                              no hablando de mis viajes,
                              de mis hijos enfermos, de mis pobrezas.
Siempre callada ante golpes fieros como si Dios
                               por allá, no estuviera
defendiéndote de trampas de esas malas autoridades,
de esta dislocada geografía que nos aísla,
y explotadoras garras que aún siguen por todas partes.

                                Mamá Celia!
¡Qué corazón más lleno de esperanza!
¡Qué frescura de caminos tan solos!

Hoy he vuelto a nuestra cordillera florida
a plantar entre cerros eucaliptos serenos, y otra vez,
encuentro a tus pasos en olvidos y engaños.
No tiene fuerza mi trigo,
                                ni luna de guía mis caminos.
                                Sin embargo,
miro que tu sueño es apacible y renaces.
Contigo arde en mi poncho los colores de la mañana,
y tus nietos de esperanza
qué horas de emancipación aplaudida presentan.

Erguida junto al tiempo, aún siembras jubilosa
mi Patria, por quien morí tanto
                                para ver que no te olvidaran.
Y ahora, que vivo su nuevo Gobierno
                                con sabor a valle,
encaminado a salir de la pobreza, y a trabajar como tú :
con el hijo a la espalda sobre andenes de truenos
de mi vida interandina,
                                 tus manos, cómo agradecen a Dios.
Pero, indiferentes almas no conocen a Dios,
elevado por perennes piedras sinfónicas.

                                 Mamá Celia!
¡Qué corazón más lleno de esperanza!
¡Qué frescura de caminos tan solos!
Me orgullece leer cuando te nombran :
                                 "Ñusta de las florestas de América".
Reconocida como trabajadora y fiel mujer del Ande.
Y, de regios telares, que abrigando y destellando
                                   animan en tus Ayllus
y muestran la Mascaypacha de Inca que llevas en la frente.

Por ti, conozco los dolores que suben y bajan
                                    por nuestros cerros.
Por ti, disfruto en el día, la siembra y lo madurado.
Por ti, el digno acompañado amanecer que nos espera
                                    para siempre.
                                    En este amanecer con sol de Mayo
huelo el pan dulce de casa, en la crecida mesa
alimentando a tus nietos,
                                   sin gritos de hambre,
alumbrando nuestra vida como el sí en el pecho
                                   del enamorado.
Y, porque siempre miro tu risa en mi mañana,
                                   en los niños de la familia,
como edificando un nuevo hogar, nueva escuela, nutrida,
                                   liberada, sana, deportiva,
voy a dejar esta iglesia de muertos donde vivo,
y esta distancia de años heridos que se guardan
                                   en mis cantos,
y en este caminar sin amor, deshabitado en mis tardes,
queriendo propias fuerzas, de todos tus hijos apoyando,
                                   de todas tus piedras,
vivamente unidas y fuertes.

                                             Víctor Castro Achuy
                                             Laredo. Trujillo. Perú.





PEDACITO DE CIELO 

Todo empezó como soñando,
dice una canción
un sueño maravilloso y divino,
que trae acordes melodías
para mi alma y mi corazón.

Desde el celestial paraíso,
Te posaste en mis entrañas,
caíste como delicada pluma
en el seno de nuestra morada.

Fuiste engendrada con el más profundo amor;
El universo entero se confabuló
para dar vida a tan diminuta célula
que tiene perfume de papá
y dulce sabor a mamá.

Siento tu cercanía
perpetuada en jocosos movimientos y silenciosos gestos
que se confunden
con el cosquilleo que recorre mi cuerpo
cuando la piel de papá
se asoma hacia mis sentidos.

Eres ensueño convertido en realidad,
eres hechura de la altísima divinidad,
eres carne de mi carne
y sangre de mi sangre,
eres el ansiado motivo
impregnado de ternura y felicidad.

Busco con impaciencia tu rostro,
imaginando tu mirada angelical;
finalmente mis ojos se detienen
ante el destello magnífico de amor
que solo papito nos puede brindar.


María Alejandra Salomé Chu Castillo


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