EL JUICIO DE JUANCHITO


EL JUICIO DE JUANCHITO

Ésta es la historia de Juanchito, un profesorcito, que a diario salía apuradito al trabajo. Menudito pero ya madurito cumplía a diario su rutina de labor.

Un día cuando se estaba bañando en plena ducha le ocurrió una anécdota que le causó algo de horror.

Cuando el jabón que surcaba su espalda se cayó y se oyó por todo el baño un grito de dolor - ¡Ayayay!- con gran signo de exclamación.

-¿Qué pasa?- se preguntó y cogió nuevamente el jabón que de sus manos se escurrió

- ¿Qué te pasa?-, - ¿Por qué me agarras tan fuerte si sabes que mi cuerpo es resbaladizo y con mucho cariño yo te limpio? – exclamó el jabón.

Juanchito creyó estar loco pues el jabón le estaba hablando y eso era sin razón.

El jabón se paró algo tembleque pues el baño era un charco de agua caliente, y le volvió decir a Juanchito:

- ¿Oye?, ¿Me oyes o te haces el loco?

Juanchito lo miró y le dijo estoy apurado pues a mi trabajo debo llegar temprano; entonces, el jabón dio un silbido y de pronto saltaron de sus lugares los demás útiles de aseo y así a juanchito no le quedó otra cosa que oírlos.

El jabón por ser el más limpio y con razón empezó con la sesión: - señor Juanchito usted todos los días nos coge, nos utiliza y nos deja hasta el día siguiente, ¿Qué tiene que decir su favor?-

Al parecer por su labor Juanchito era algo descuidadito

El jabón volvió a increparlo: -lo ven, no tiene nada que decir-

Juanchito sólo titubeo: - ete, ete, ete…-

De pronto la pasta dental objetó:

- Señor jabón eso no es totalmente cierto, pues, el señor Juanchito a mí y al cepillo nos utiliza tres veces al día-

El cepillo alegó: - es cierto señor jabón, además, yo limpio sus dientes con tal delicadeza que su encía no lo siente-

El shampoo intervino y agregó: - a ustedes los trata con cariño pues los utiliza las veces que los necesita desde niño, pero a mí que me destapa me utiliza y me deja al lado, no saben lo feo que eso se siente-

Los demás útiles de aseo eran el público presente que la sesión seguían atentamente.

Juanchito ante la acusación que le hacían no le quedó más que darles la razón y con algo de pesar empezó con su defensa y dio argumentación:

- es verdad a diario los utilizo con prisa y tal desesperación, que no les doy la debida importancia; pero, desde hoy les prometo prestarles más atención-

- ¡Viva!...!Viva!....gritaron los útiles con emoción, y cuando el jabón estaba por felicitar a Juanchito y dar por terminada la sesión, muy escondido en el baso al lado del espejo que era siempre reflexión; una voz se oyó. Era el señor afeitador y dijo con lágrimas de pena y de dolor:

- eso es lo que dice, pero yo, ¿Cómo quedo?, yo que te doy la imagen y personalidad en tu presentación, ¿me vas a dar la debida atención?, si sólo te afeitas una vez a la semana-

Todo el baño estaba en un silencio sepulcral.

Juanchito miró al afeitador con algo de compasión lo cogió y le dijo:

- A ti también te prometo de corazón afeitarme todos los días y si no lo hago prefiero no dar mi presentación a los alumnos en mi salón-
Así pues, Juanchito se dio cuenta de que lo que para él eran cosas sin ningún valor aquellas cosas tenían corazón.


César Colán Valladares

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